En el año 1009 es derrocado en Córdoba el califa Hisam II sucediéndose nueve califas en un periodo de fitna (guerra civil) que se prolonga durante 22 años, hasta que en 1931 es abolido definitivamente el califato.
Córdoba y otras ciudades principales son arrasadas en una vorágine de ataques y saqueos. Todas las provincias se desgajan de la unidad territorial del califato, siempre frágil y amenazada por luchas entre clanes rivales y levantamientos de rebeldes mudéjares, comenzándose así un periodo conocido como Primeros reinos de taifas.
Restos de la muralla almorávide de Sevilla |
Pese a la ruina que acompaña a la ausencia de paz, ésta es una etapa prolífica en las artes y las ciencias. Los nuevos monarcas compiten por recrear la corte cordobesa y su esplendor. Se desarrolla la llamada Edad de oro de la cultura hispano-judía (y también andalusí): poetas, científicos y artistas son muy valorados y trabajan en un cómodo ambiente de mecenazgo.
Pero la debilidad política y las luchas entre musulmanes estimulan el avance de los reinos cristianos del norte, que siguiendo la tendencia contraria, acentúan su unión con matrimonios y tratados de colaboración. La conquista de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI de León y Castilla, supone un punto de inflexión: la ciudad, en el centro de la península, nunca más volverá a manos islámicas. Los reyes taifas, alarmados ante el empuje cristiano, solicitan la ayuda de los almorávides del norte de África, liderados por Yusuf ben Tasufin.
Los almorávides dominaban el noroeste de África y pertenecían a un movimiento de monjes-guerrero que promovían la sharia y la vuelta a la ortodoxia islámica. Cuando llegan a la península, y observan el relajamiento de las costumbres y el ambiente de tolerancia entre religiones, deciden cambiar la situación, conquistando uno tras otro los reinos de taifa e imponiendo la estricta observancia de la fe.
En 1116 cae la última taifa, la de Mallorca y toda la zona islámica pasa a depender de la capital almorávide sita en Marrakech. En un primer momento se produce una huída masiva de la población hispano-judía, incluidos intelectuales y científicos hacia tierras cristianas, especialmente a la corte de Toledo, siendo bien recibidos por los reyes, que establecen disposiciones especiales para los asentamientos de las aljamas, y recibiendo protección directa de la corona.
Finalmente, la cultura local y el ambiente de tolerancia es asimilado por los invasores, e incluso transferido al Magreb. Los judíos que permanecen en territorio almorávide van poco a poco recuperando sus antiguos oficios y su posición. A un tiempo, el ardor guerrero y el poderío militar declinan, dando comienzo el desmembramiento del territorio conquistado en los llamados Segundos Reinos de taifas.
Ante esta manifiesta debilidad, los almorávides son reemplazados por una nueva oleada invasora fundamentalista que viene empujando desde el sur, la almohade, pero esa es otra história.
Finalmente, la cultura local y el ambiente de tolerancia es asimilado por los invasores, e incluso transferido al Magreb. Los judíos que permanecen en territorio almorávide van poco a poco recuperando sus antiguos oficios y su posición. A un tiempo, el ardor guerrero y el poderío militar declinan, dando comienzo el desmembramiento del territorio conquistado en los llamados Segundos Reinos de taifas.
Ante esta manifiesta debilidad, los almorávides son reemplazados por una nueva oleada invasora fundamentalista que viene empujando desde el sur, la almohade, pero esa es otra história.
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