jueves, 20 de noviembre de 2014

Nacionalidad española para los sefardíes... en progreso

Congreso de los Diputados (España) 14
Hoy 20 de Noviembre de 2014, se ha dado luz verde en el Congreso de los Diputados al proyecto de ley en materia de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes originarios de España que justifiquen tal condición y su especial vinculación con este país. 

Este proyecto de ley defendido por el nuevo ministro de justicia, Rafael Catalá y aprobado por la totalidad de las fuerzas parlamentarias, modifica el artículo 23 del Código Civil relativo a la concesión de nacionalidad por carta de naturaleza, ya que no se hace necesaria la renuncia a la nacionalidad previa ni la residencia por dos años en nuestro país. Sólo es necesario probar la condición de sefardí, y mantener una especial vinculación con España, lo cual se podrá hacer de las siguientes formas posibles (texto literal del proyecto de ley):
a) Por un certificado expedido por el Presidente o cargo análogo de la comunidad judía de la zona de residencia o ciudad natal del interesado.
 b) Por un certificado de la autoridad rabínica competente, reconocida legalmente en el país de la residencia habitual del solicitante.
c) Por el idioma familiar, ladino o haketía, por la partida de nacimiento o por la ketubah, certificado matrimonial en el que conste su celebración según el régimen y tradiciones de Castilla.
d) Por la inclusión del peticionario o de su ascendencia directa en las listas de familias sefardíes protegidas por España, a que, en relación con Egipto y Grecia, hace referencia el Decreto-ley de 29 de diciembre de 1948, o de aquellos otros que obtuvieron su naturalización por la vía especial del Real Decreto de 20 de diciembre de 1924.
e) Por el parentesco de consanguinidad del solicitante con una persona de las mencionadas en el apartado anterior.
f) Por la realización de estudios de historia y cultura españolas.
g) Por la realización de actividades benéficas a favor de personas o instituciones españolas, siempre que las mismas no se hayan realizado con carácter puntual o esporádico.
h) Por cualquier otra circunstancia que demuestre fehacientemente su condición de sefardí originario de España y su especial vinculación.
También se podrá aportar un certificado de la Secretaría General de la Federación de Comunidades Judías de España y otro elemento a valorar son los apellidos del solicitante.

Todo aspirante a adquirir la nacionalidad por esta vía deberá solicitarla en el plazo de tres años (aunque en la disposición cuarta queda abierta una puerta a circunstancias excepcionales y razones humanitarias pasado este plazo) y tendrá que someterse a una prueba de evaluación de conocimientos de la lengua y la cultura españolas realizada por el Instituto Cervantes en caso de proceder de un país no hispano-hablante.

Los grupos parlamentarios de Izquierda Plural y ERC que habían presentado una enmienda para que se hiciera extensivo el reconocimiento al pueblo saharaui, a los nietos de los exiliados españoles por razones políticas, y a los moriscos expulsados en 1610 que residen actualmente en su mayoría en Marruecos y Argelia, finalmente, han decidido retirarla al no encontrar apoyo en el resto de los grupos, primándose de esta manera el consenso.

Aún queda por pasar el proceso de tramitación parlamentaria y no entrará en vigor hasta pasados seis meses de su publicación en el BOE, pero si alguien quiere leer la totalidad del proyecto de ley y los detalles sobre el procedimiento de solicitud, aquí dejo un enlace.

Aunque esto no repara en nada los agravios pasados, bienvenidos a casa sean todos los retornados. Shalom.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Tela de sevoya, de Miriam Moscona

El meoyo del ombre es tela de sevoya. 
(La fragilidad humana es como tela de cebolla)
Refrán sefardí

Miriam Moscona (Ciudad de México 1955) es una poetisa y periodista mexicana de origen búlgaro sefardí, cuya producción literaria se encuentra escrita indistintamente en ladino y en español. Tela de sevoya es su primera novela. 

A raíz de que le fuera concedida una beca de la Fundación Guggenheim, la autora decide viajar a Bulgaria, Salónica y Turquía para reencontrarse con sus raíces familiares. Allí entra en contacto con los lugares casi míticos de los que tanto había oído hablar en su niñez, con los últimos hablantes del judeoespañol, y en su mente comienzan a aflorar una serie de episodios aparentemente inconexos de su infancia.

Se trata de una obra muy especial, en la que la autora alterna sus dos lenguas maternas, el ladino y el castellano y mezcla distintos géneros. Ensoñaciones oníricas, recuerdos infantiles, kantikas, reflexiones, datos históricos y objetivos entorno a la cultura sefardí, a la comunidad de hablantes del ladino y al incierto futuro de la lengua, nos dejan como resultado un retrato muy personal, valiente y descarnado. Una auténtica catarsis diría yo.

De entre los muchos demonios familiares de la autora que pululan por la obra, tanto en vida como después de muertos (y en esto entronca inevitablemente con el realismo mágico), destaca la figura de la abuela materna, una mujer temible y hosca, que se niega durante toda su vida a hablar otro idioma que no sea el ladino, y que se empeña en transmitírselo a su nieta para que de esta manera no se pierdan "los biervos" (las palabras).

Resulta una lectura muy curiosa e interesante per sé, aunque sin duda su principal valor es el empeño de la autora en mantener vivo el idioma de sus antepasados a través de la creación literaria.

Es en definitiva una obra muy recomendable, una rara avis.

El libro ha recibido el prestigioso Premio Xavier Villaurrutia de escritores para escritores en México en 2012, y ha sido recientemente publicado en España por la editorial Acantilado.

martes, 11 de noviembre de 2014

Sefarad, de Antonio Muñoz Molina

Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) es sin duda uno de los mejores escritores españoles en activo: Beatus Ille, El invierno en Lisboa, El jinete polaco, Beltenebros, Plenilunio, Carlota Fainberg, Ventanas de Manhattan, El invierno de la Luna, La noche de los tiempos,… son muchos los libros que le han dado prestigio, reconocimiento y premios literarios: Premio de la Crítica, dos Premios Nacionales de Literatura, el Premio Planeta y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2013

También es un reconocido articulista, miembro de la Real Academia de la Lengua Española y ejerció como director del Instituto Cervantes en Nueva York, ciudad en la que reside a tiempo compartido con Madrid. 

Me declaro fan de este escritor, he leído varias de sus obras y siempre me ha parecido un autor interesante en sus diversos registros, pero si he de elegir uno de sus libros, indudablemente me quedo con la inclasificable Sefarad.

Etiquetada como novela, se trata en realidad de una colección de relatos cortos entrelazados que forman un fresco impactante de la intrahistoria del siglo XX europeo en la que por una vez, los protagonistas son los perdedores. Por la obra, discurren una galería de personajes marcados y atormentados, algunos muy conocidos, otros anónimos, entre los que se esconden las vivencias del propio autor. Son las víctimas de todos los conflictos, de todas las luchas y de todas las injusticias: víctimas del nazismo, de las purgas estalinístas, de la guerra civil española, de la heroína y el SIDA, del desarraigo, de las migraciones provocadas por el hambre, del exilio, de la grisura cotidiana... 

El nombre, Sefarad, es una metáfora, una alegoría, símbolo de todas las exclusiones, de la normalidad perdida por los exiliados de la terrible historia oficial, de personas que llevan una existencia normal hasta que un día, de repente, descubren que su vida ya no les pertenece.

Se trata de una obra perfecta, redonda, magníficamente narrada, una de esas escasas ocasiones en las que un libro atraviesa todas las corazas posibles y descubre una nueva dimensión en la que es doloroso pero preciso entrar. Dura, fascinante, ilustra el desamparo, el horror y el dolor humano en todos sus matices con una sensibilidad y profundidad poco común. 

Una obra absolutamente maravillosa que no dejará indiferente al lector que tenga una mínima humanidad y comprenda que nadie es mejor que nadie por el hecho de haber nacido en el lugar, en el momento o en la etnia supuestamente equivocada. 

Antonio Muñoz Molina recibió el Premio Jerusalem 2013 de la Feria Internacional del Libro de esta ciudad, por Sefarad. Se produjo entonces una fuerte campaña de presión sobre el autor, desde ciertos círculos intelectuales y literarios, conminándole a renunciar al premio, acusando al autor en caso contrario de "complicidad con los crímenes de Israel contra los derechos humanos". El autor, desoyendo estas críticas, acudió finalmente a recogerlo.

Hace dos días se celebró en toda Europa y especialmente en Alemania la caída del Muro de Berlín, con un emocionado recuerdo a las víctimas de ese testigo de piedra de los totalitarismos en el corazón del viejo continente. Pero parece que no hemos avanzado nada, nuevos muros se levantan tan infames como aquel, en Israel, en Ceuta y Melilla, en nuestros corazones, que aceptan y se acomodan con facilidad el orden injusto de las cosas, a condición de que la adversidad no nos roce. 

Pero ¿quien puede garantizar que el estado de las cosas no vaya cambiar de repente, y en un instante nos veamos expulsados irremisiblemente de nuestra propia vida?.