miércoles, 19 de febrero de 2014

Garnata al Yahud

Granada es una ciudad andaluza, célebre por su glorioso pasado musulmán, su patrimonio artístico (especialmente la Alhambra y los palacios nazaríes) y su antigua Universidad.

En lo que a los judíos españoles respecta, su nombre va asociado al episodio más triste de la historia sefardí: la promulgación del denominado Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada en 1492 por parte de los Reyes Católicos, que acabó (al menos de forma oficial) con la presencia judía en España. Pero poco, muy poco se conoce popularmente acerca del origen judío del asentamiento... aunque desde finales del pasado año 2013, Granada está celebrando con diferentes actos el primer milenio de su fundación oficial, y eso ha hecho que la ciudad vuelva la mirada a sus orígenes.

En 2013, en mitad de la fitna que sacude Al-Ándalus, la antigua e importante ciudad de Medina Elvira, situada junto a la actual localidad de Atarfe,  es saqueada y prácticamente destruida, por lo que el caudillo zirí y posterior primer rey de Granada Zawi ben Zirí traslada su corte a un nuevo asentamiento en la margen derecha del río Darro, en el actual Albayzin. Poco a poco, el resto de la población emigra a la nueva ciudad, dejando Medina Elvira totalmente abandonada.

Castillo del Mauror
Castillo del Mauror (Torres Bermejas)

En la otra orilla, sobre la colina del Mauror se encontraba ya desde antiguo un núcleo de población denominado Garnata al Yahud, la "Granada de los judíos", en lo que actualmente es el barrio del Realejo. Con la expansión y riqueza que vive la ciudad durante el mandato del visir judío Samuel ha-naguid ibn Nagrella, las dos Granadas, la de los judíos y la de los musulmanes, se expanden y se unen físicamente, aunque la vida cotidiana se sigue realizando por separado.

Se han hecho estimaciones sobre la población judía que pudo tener la ciudad en aquel momento, y éstas oscilan entre los 5.000 y los 20.000 habitantes.  Es una época de esplendor económico y paz social. La taifa de Granada domina vastos territorios, y la población no para de crecer. Entorno a Samuel ibn Nagrella y su mecenazgo se conforma una élite cultural y científica cuya huella perdurará en el tiempo.

Pero tras la caída y muerte de Yusuf ibn Nagrella, y la matanza de judíos el 31 de diciembre del año 1066, en que según las fuentes de la época: "4.000 judíos cayeron en un sólo día", nada volvió a ser lo mismo. Los supervivientes de la barbarie huyeron a Lucena, pasando a engrosar la ya muy numerosa población judía, y contribuyendo de modo decisivo a la pujanza cultural de la ciudad cordobesa.

De esta primera época quedan en el Albayzin los restos de la llamada Alcazaba Cadima, la Puerta de Elvira y en la parte superior del Realejo, la fortaleza del Mauror, conocida también como Torres Bermejas. Pero de la presencia judía no hay apenas rastro: una aljibe en la calle Cuesta de Rodrigo del Campo (actualmente en restauración) y algunas lápidas reutilizadas para la reconstrucción de las Torres Bermejas y de un muro del convento de las Carmelitas Calzadas.

Aljibe de Rodrigo del Campo
En la época Almorávide y Almohade, se vuelven a revivir episodios de persecución antijudía, que provocan huídas masivas de la población hacia otros territorios peninsulares e incluso hacia la Provenza.

Con el advenimiento de la dinastía nazarí (1238-1492), vuelve a reinar la tolerancia, aunque el número de habitantes judíos (sobre todo artesanos, comerciantes y prestamistas) es ya por entonces muy reducido. Tras el la entrada en vigor del Edicto de Expulsión en Agosto de 1492, la oscuridad se cierne sobre la historia de los judíos en Granada durante cinco siglos.

Pero no todo está perdido, ya que recientemente se han dado en la ciudad dos iniciativas tendentes a la recuperación de la memoria.

Por una parte, en la Placeta Berrocal, en el Realejo, se encuentra el Museo Sefardí que responde a la iniciativa privada del matrimonio formado por Gabriel Pérez y Beatriz Chevalier.

Museo Sefardí de Granada

Por otra parte, en la Cuesta de Santa Inés, en el Albayzin, abrió sus puertas el pasado 2 de Enero el Palacio de los Olvidados, que muestra una colección privada de valiosos objetos litúrgicos y de la vida cotidiana.


Palacio de los Olvidados

Ambos centros merecen una entrada propia en este blog, y la tendrán. Podéis seguir los enlaces si os interesa visitarlos. He de decir que ambas iniciativas me parecen magníficas y complementarias y un ejemplo a seguir en la recuperación de la memoria de Sefarad.

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