jueves, 16 de abril de 2015

El Árbol de la Vida

En prácticamente todas las mitologías y religiones antiguas,  podemos encontrar la poderosa presencia de un árbol sagrado. Éste árbol recibe distintos nombres y representa diferentes roles mágicos o divinos.

Es el caso de Yggdrasil en la mitología escandinava, el árbol de manzanas doradas de las Hespérides en la griega, el árbol de Bodhi, bajo el que Siddhartha Gautamá alcanzó la iluminación para los budistas.... los ejemplos son muy numerosos.

El árbol sagrado puede representar, en ocasiones, la unión entre el Cielo y la Tierra, o entre ésta y el inframundo. A veces, es una fuente de sabiduría eterna, y en otros casos, la manifestación de toda forma de vida. Sus frutos, si los tiene, suelen ser mágicos, y transforman la esencia profundamente a aquel que los ingiere, dotándole de ciertas cualidades que le acercan a la divinidad de alguna forma o lo elevan a una condición superior a la de común mortal.


Higuera de la Judería de Málaga

Muy posiblemente, todas estas destacadas presencias vegetales sean vestigios de religiones ancestrales de culto a la Naturaleza y a sus ciclos vitales, y como tales, son símbolos poderosos que apelan a la conciencia ecológica de la Humanidad. El hecho de que un árbol tenga una vida equivalente a la de varias generaciones de humanos, que parezca morir y revivir año tras año, que sea capaz de soportar todo tipo de inclemencias y dé sustento y albergue a las más diversas formas de vida, al parecer nos ha fascinado desde siempre.

Si nos centramos en la tradición judía, encontramos no a uno, sino a dos de estos árboles sagrados, situados ambos en el Jardín de el Edén. Son el Árbol de la Ciencia y el Árbol de la Vida, y ambos poseen un simbolismo especialmente interesante.

Aparecen por primera vez nombrados conjuntamente en Génesis 2:20 (Biblia Reina-Valera):
Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso á la vista, y bueno para comer: también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de ciencia del bien y del mal
Como es bien conocido, la pareja primigenia, Adán y Eva, instigados por la Serpiente, comen del fruto prohibido del Árbol de la Ciencia, adquiriendo de esta manera el conocimiento del Bien y el Mal (figura retórica que indica el todo), desatando la furia del Creador, que como consecuencia les expulsa para siempre del Jardín del Edén .

Más adelante, en Génesis 3:22-24, se indica que los frutos del Árbol de la vida atesoran otro preciadísimo (y complementario) don, el de la inmortalidad:
Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.

Más allá de cualquier interpretación sobre el origen y el sentido de esta historia (vease el artículo de El Pais sobre el yacimiento arqueológico de Göbekli Tepe), en la Kábala, la mística esotérica judía, se denomina Etz Hayim (Árbol de la Vida), a un grafo en el que aparecen conectadas entre sí diez esferas, las denominadas Sefiroth, que representan las etapas de manifestación de la Luz Infinita.

Adamtree
Adam KadmónLas diez Sefiroth

Las esferas son cualidades o emanaciones mediante las que se expresa la Divinidad en un orden descendente, desde el Espíritu puro hasta la materia y están  enlazadas por veintidós líneas denominadas Senderos. Según la Kábalah, las 10 sefirots se encuentran presentes en cada ser humano. El trabajo espiritual del prácticante de la Kábala consiste en hacer que su espíritu ascienda, de manera consciente, desde la esfera Malkuth, en el plano material, hasta alcanzar la Fuente, el estado más elevado o Keter. Y por cierto, para realizar el recorrido completo, es necesario realizar un movimiento serpenteante.

Por lo tanto, el Árbol de la vida representa a la vez el Adan Kadmón, el hombre celestial que simboliza el macrocosmos, y el hombre terrenal, considerado como el microcosmos, entre lo cuales existe una correspondencia directa.

Además la Torah, la sabiduría que contiene, es equiparada en sí misma con el Árbol de la Vida (Proverbios 3:1 ... 3:17-18):
Hijo mío, no te olvides de mi ley,
y tu corazón guarde mis mandamientos;
.....................
Sus caminos son caminos deleitosos,
y todas sus veredas paz.
Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano,

y bienaventurados son los que la retienen. 

El Árbol de la vida en el arte judío

El Árbol de la vida es representado con profusión en diferente manifestaciones artísticas en el mundo judío: en joyería, artículos de culto, arquitectura y estatuaria. Aparece con frecuencia en vitrales en las sinagogas, en lápidas, y tallada en los cilindros de madera o metal que guardan la Torah en las sinagogas sefardíes o incluso bordada en hilo de oro en el paño de terciopelo que envuelve este estuche. Y finalmente, la menorah, o candelabro de siete brazos, uno de los símbolos más reconocibles del pueblo judío, no es sino una representación estilizada del Árbol de la vida.


Juda 13Fl- 316v Biblia de Cervera, Menora de Zacharias
La reina del Shabat o La fe hebraica con la Torá
Ephraim Moses Lilien (1900)
Miniatura de la Bíblia de Cervera,
Menorá de Zacarias (1930)

Colgante de Árbol de la vida.
Platería Cordobesa

Desde anoche y durante todo el día de hoy, se celebra el Iom HaShoá el Día del Recuerdo del Holocausto. 

No quiero terminar esta entrada sin hacer mención a una de las representaciones del Árbol de la vida más especiales y hermosas. Se trata de una escultura erigida en el jardín de la Sinagoga de Budapest en memoria de las víctimas Holocausto. Se levantó en 1991, representa a un sauce llorón a tamaño natural y lleva escrito en cada una de sus hojas el nombre de una persona desaparecida. 


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