jueves, 8 de agosto de 2013

Sefarad, los orígenes

El término Sefarad, como ya se ha comentado en otra entrada anterior, aparece por primera y única vez reseñado en la Biblia en el Libro de Abdías

La multitud de los deportados de Israel
 ocupará Canaán hasta Sarepta, 
y los deportados de Jerusalén que están en Sefarad
 ocuparán las ciudades del Negueb.

Algunos autores señalan que el significado del topónimo es el de "Tierras de occidente", un equivalente al Finis Terrae de los romanos.

Pero según los comentaristas hebraicos de la Biblia de Jerusalén (1948), Canaán es Fenicia, Sarepta una ciudad situada entre Tiro y Sidón, y por tanto Sefarad sería con toda probabilidad el nombre de una ciudad no identificada de Oriente Medio, y en ningún caso tendría relación con la Tartessos griega o con el término Hespérides, del que algunos sostienen que es la transcripción hebráica.

El arabista Emilio García Gómez por su parte, era de la opinión de que el término Sefarad nunca fue usado en la península en época anterior a la expulsión de 1492, y que se empleó sólo a partir de entonces para distinguir a los judíos procedentes de España y Portugal de los de Europa central y oriental, denominados askenazíes.

No se sabe a ciencia cierta en qué momento histórico llegaron los primeros judíos a la península, aunque todo parece indicar que las primeras poblaciones se remontan a varios siglos antes de la muerte de Cristo, y que se establecieron en ciudades mercantiles de la costa mediterránea, como Ampurias, Tarragona y Málaga, y que desde aquí se produjo una posterior expansión hacia el interior siguiendo las principales vías romanas.

Si nos fijamos en las huellas documentales, las primeras datan del Concilio de Elvira (314 d.C.) en el que, entre sus 81 cánones se prohibe el matrimonio mixto entre católicos y judíos, que éstos coman  sentados en la misma mesa, y se prohibe a los judíos bendecir las cosechas. En realidad, las prohibiciones se indican para herejes y judíos, y dado que son de naturaleza religiosa, se deben más a un intento de mantener la pureza de la doctrina frente a proselitismos y contaminaciones externas que a una segregación de tipo racial.


Se desprende también de las actas del Concilio, que para entonces ya había comunidades judías en Cataluña, Aragón, Baleares, Levante, Granada, valle del Guadalquivir y en núcleos importantes de la Hispania romana en el interior como Toledo, Astorga y Mérida.

Un siglo después, concretamente en el 418 se documenta el primer caso de persecución contra los judíos, ocurrido en Mahón. El obispo Severo de Menorca, narra en una epístola como tras la llegada a la isla de un fanático presbítero de Jerusalén, la pacífica convivencia entre cristianos y judíos se transforma en sucesivos episodios de intentos de evangelización y acoso que finalizan con la quema de la sinagoga y el bautismo forzoso de toda la comunidad.

Es posible que no se tratara de un caso aislado, y que las florecientes comunidades judías urbanas comenzaran a tener problemas conforme la ortodoxia cristiana se fuera afianzando, pero la inminente conquista visigoda vino a cambiar la situación...

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